14 Sep
14Sep

Diario La Opinión de San Luis, 2 de marzo de 1983, una lectura 


La portada del diario del día de mi nacimiento, el dos de marzo de 1983, el diario La Opinión, de San Luis, no anuncia el inicio de mi existencia. Lo pasa por alto. O no, o ya en su tapa muestra las claves de mi vida y de cualquier argentino de la generación límite

El título principal reza: Bignone expresó su deseo de llegar con sus integrantes de gabinete a la entrega del poder. Democracia, el signo de mi generación. Mal que le pese a la generación de nuestros padres, preponderante en los últimos 30 años (hoy jubilándose), y mal que le pese a la generación de nuestros hermanos más grandes, que vivieron una niñez-adolescencia entre la dictadura y el alfonsinismo, nosotros nacimos ya en democracia. Somos la democracia, pensamos en democracia y no tenemos las tribulaciones históricas que ellos cargan. Por lo que, en la tapa del diario que sobresale la palabra democracia (aunque haya estado en estado embrionario) está mi generación. 

Estoy yo. 

(También, por supuesto, como una muestra del carácter hilarante de nuestra historia argentina, está la inflación: en el día que nací se anunciaba un aumento del boleto de colectivo, un hecho cotidiano aún casi cuarenta años después.) 


En el diario La Opinión, de 1983, más precisamente del día que nací, tienen, las noticias internacionales, un lugar preponderante. No hay casi novedades deportivas —apenas la noticia del inicio del campeonato de “básquetbol” Verano-Apertura 1983 que tendría como principales animadores a la Sociedad Española, campeón oficioso, y a Guay Curú— pero sí tenemos noticias del mundo: San Luis en su máxima expresión. 

A San Luis siempre le interesa lo que sucede en el mundo. El montañés que habita entre estas sierras limitantes —aparentemente limitantes— siempre ha tenido una gran vocación por las noticias del mundo. No hay lugar público en el que no se converse del mundo. El diario del día que nací alimentó las conversaciones de aquellos días con la noticia de un Juan Pablo II de gira en Latinoamérica con una bajada de línea asombrosa desde una perspectiva, digamos, actual: no a los sacerdotes haciendo política. Dijo el Papa polaco: “no es en calidad de políticos que como obispos podrán hacer un aporte en vuestra misión, sino en calidad de pastores”. 

(Pasaron cuarenta años para Latinoamérica, para la Iglesia, y para la política.) 

También tenemos referencias a los conflictos entre Estados Unidos y Libia, una nota de opinión, Desequilibrio mundial - ¿Es que los pobres están arrastrando a los ricos?, acentuadamente anti-FMI, y una referencia al conflicto entre Israel y Palestina (¿pero es que la historia argentina es hilarante o lo es toda historia, todo pasado?). 


Las noticias nacionales son dispares, estrambóticas. Por un lado, novedades del recobrado deporte de la democracia por todos lados: gremios en movimiento, Alfonsín en conflicto con la juventud peronista, partidos políticos en conformación y disputa. Argentina y la maquinaria de la política que volvía a funcionar a pleno. 

Y luego las otras noticias nacionales: un conflicto carcelario en Salta, un niño que cae por el hueco de un ascensor en Buenos Aires y un poderoso rayo que cae sobre la catedral de Corrientes, causando graves destrozos. 

(Todo nacido tiene en algún lugar de su ser la ilusión de ser un rayo que cae, o al menos un destrozo digno de ser noticiado, pero mi nacimiento, o los destrozos por venir, lo he revisado en el Diario La Opinión de San Luis, no fueron registrados.) 


Ahora sí: llegamos a San Luis. El San Luis del 83 que nos muestra el diario La Opinión era un San Luis de papeles. Un San Luis burocrático. Ochentoso. Con olor a papel carbónico y ruidos de cierre de Olivetti lettera. Saltan de todas las secciones, clasificados o no, los abogados. Más de la mitad de los anuncios son de letrados, de escribanos, de notarios. 

La Papelería Junín, como un tótem, ya estaba allí, ofreciendo lo mejor para “él” (un niño en la publicidad que hoy tendrá cincuenta años). La Heladería Edén, inamovible. Los cines de mi niñez, el Roma y el Rex, que en el día que nací ofrecían títulos de lo más abominables: Un sádico asesino, Las vacaciones al desnudo, Testigo, Corrupción en el piso 19. ¿Se habrán formado parejas para siempre, luego del cine, en la plaza Pringles, el día que nací? ¿Se habrá propuesto un casamiento, se habrá aceptado? ¿O habrá habido un tímido que pensó: la invito a ver Testigo, pero luego no la invitó? 

Por esas mismas horas (las horas en que nací) la profesora de historia Stella Maris Mareque de Auche disertó en el Rotary Club sobre el tema de misceláneas costumbristas en la época colonial. Allí, pronunció una frase, que rescata el Diario La Opinión, que para mi miscelánea y costumbrista existencia puede tener un sentido profético; dijo: “…también forman parte de ella (de la historia) la vida cotidiana de todos los hombres y mujeres de una nación”. 

Querida colega, a cuarenta años, doy fe de esto: aquí estoy. 


El San Luis del 1983 también fue un San Luis de comienzo de movimientos migratorios, de repoblamientos, de regresos. Las inmobiliarias abundan y los avisos de compras y ventas y alquileres llenan grandes porciones de las hojas del diario. Un matrimonio solo anuncia que necesita alquilar una casa o departamento en zona centro, con mínimo dos dormitorios y, al mismo tiempo, alguien anuncia que vende un juego de living de ocasión, en pana estampada, con rinconero y tres modulares. Los padres de Teresa del Carmen y Juan Manuel, anuncian, en el día que nací, su regocijo por la participación en el casamiento de estos, sus hijos, a celebrarse en la Parroquia del Carmen. El San Luis con el que comenzó mi existencia, claramente, fue un San Luis de encuentros, de movimiento, de vida. 


En el Diario La Opinión del dos de marzo de 1983, el día que nací, también, se publicaba poesía. 

Un poema sin título del poeta Jerónimo Castillo, recientemente fallecido, seguramente dedicado a un amigo, con imágenes poéticas muy de Cuyo: los elementos agua y aire, el trabajo manual de la alfarería, y el sagrado cáliz. También un lindo soneto titulado Imposible, que lo firma Rafael Rovira Vilella. Del último terceto, el último verso, a cuarenta años, se me ocurre un leve cambio: 

Transformar en delicia los pesares 

es la alquimia serena del anciano 

que ya no aspira más a lo imposible.

 

que ya no aspira más que a lo imposible.

Sin embargo, la frutilla del postre del Diario La Opinión del dos de marzo de 1983, el día que nací, es Semblanza sobre mi cumpleaños, escrito por Mercedes Sampano de Emma, quien cumplía setenta y cinco años. En el último párrafo, Mercedes, parte de la cofradía del dos de marzo, cierra: “Sígueme prestando la vida, ¡Gran Señor!, hasta que tú consideres que es la hora cierta de partir y que lo haga con una sonrisa en los labios.” 

A casi cuarenta años de aquel día yo tomo humildemente sus palabras, las copio, y firmo. 


El Diario La Opinión del dos de marzo de 1983 tiene las marcas por donde transito mi vida, de casi cuarenta años, en este monstruo subterráneo y jorobado que duerme que es San Luis. No está, es verdad, mi nombre. Sí estaba, no quise encontrarla, pero estaba, la palabra fuego. 

Estaba.


***


* al diario en cuestión (La Opinión) tuve acceso en el archivo de las instalaciones donde opera la firma PAYNE S.A., por cuya atención agradezco; 

** donde inicialmente hice la búsqueda fue en el Archivo Provincial de San Luis, donde se encuentra el archivo de la época del entonces Diario de San Luis, pero (dejando fuera cualquier comentario poético al respecto) estaba el día anterior y el siguiente pero no el de mi nacimiento; no obstante, agradezco la cálida atención; 

*** la idea de este artículo fue transformada en un proyecto integrado que se está llevando a cabo al momento de realizarse este despacho; incluye una visita al Archivo Provincial, el trabajo con la técnica del fichaje y una producción final escrita; pronto estará expuesto en esta misma web.

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